miércoles, 8 de febrero de 2012

no juegues con mis sentimientos. este es de hace tiempo pero bueno. . .

Todo está oscuro, en mi mano hay un cuchillo, estoy sentada al lado de una puerta, esperando a que se abra. Me pregunto cómo he llegado a esto, necesito reflexionar, no tengo mucho tiempo, está a punto de llegar.

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Todo empezó hace unos días, había quedado por primera vez con el chico que me gustaba, era un compañero de clase, le acababan de transferir hacía poco. Aquel día sospeche por un instante que no era el tipo de persona que pretendía ser en clase, allí siempre era muy amable con todo el mundo y nunca daba problemas. Sin embargo aquel día en nuestra “cita” todo le molestaba, desde mi ropa hasta la comida del restaurante, aun así pensé “quizás tenga un mal día”. Al día siguiente se disculpo con migo así que los olvide. La siguiente vez que quedamos le confesé mis sentimientos, le dije que me gustaba y, que si era posible, quería salir con él. Aceptó, y en ese momento mi felicidad era tal que no me di cuenta de que apenas reaccionó cuando me declaré.
Esos días iban en camino de ser los más felices de mi vida, pero al día siguiente mientras paseaba con mis amigas vi un chico, que me resulto familiar, besando a una mujer. Cuando se separaron y le vi la cara me dio un vuelco el corazón, era la misma persona que había aceptado mis sentimientos el día anterior. Les dije a mis amigas que se adelantaran, que yo tenía algo que hacer, cuando se alejaron me acerque a ellos
-¡¡¡no me dijiste ayer que ibas a salir con migo!!!-le grité
-si-me respondió mirándome a los ojos –pero ella es mi prometida-
Me quede sin habla, con la boca abierta. No me lo podía creer
-ven esta noche a la azotea del instituto no quiero montar un escándalo aquí-le dije-
En ese momento estaba demasiado frustrada como para pensar en lo que quería de él. Me respondió con un simple “vale” y yo me marche lo más deprisa que me permitían mis piernas.
Cuando llegué a mi casa me encerré en mi habitación, aun quedaban unas horas para que llegara el momento. Me senté en la cama y empecé a pensar. Había sido una tonta, debería haberme dado cuenta de que no mostraba ninguna emoción cuando estaba a mi lado. Me quede un rato deprimida, pero esta depresión dio paso a la rabia. Si el ya estaba prometido no tendría que haber empezado a salir conmigo, tenía que haberme rechazado.
¡SI! él tenía la culpa, así que tenía que pagar por jugar con mis sentimientos. Baje a la cocina y cogí el cuchillo más grande que encontré, después Salí a la calle y me dirigí al instituto. Cuando llegué a la azotea me senté junto a la puerta y espere mientras pensaba en lo que había pasado.

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Mientras estoy sumida en mis pensamientos oigo pasos detrás de la puerta, ¿será él?, me pongo en pie lentamente, sin hacer ruido. Los pasos llegan a la puerta, y esta empieza a abrirse. Veo una silueta atravesando la puerta y me abalanzo sobre ella. Le clavo el cuchillo en el estomago, pero entonces noto algo extraño. El cuerpo no es de un chico. Me aparto y miro atentamente, cuando mi mente se aclara me doy cuenta de que no es el si no su prometida
-¡vaya! así que a ti también te ha traicionado
Cojo su bolso, rebusco dentro y encuentro su móvil, busco en la agenda y encuentro su número. Le escribo un mensaje “ya está arreglado, ven, quiere despedirse de ti”
Arrastro el cuerpo de ella para que no bloquee la puerta, aun está viva, pero débil, no puede moverse. Al rato aparece el, cuando la ve corre hacia ella y se arrodilla a su lado, me acerco a su espalda y le susurro al oído “adiós”. Gira la cabeza, puedo ver el miedo en sus ojos, le clavo el cuchillo con todas mis fuerzas. Lo saco. Retrocedo unos pasos. Suelto el cuchillo. Les miro. Me dan un poco de envidia, han muerto juntos. Me acerco a la valla, la escalo, cuando estoy al otro lado miro a mis pies. Solo unos pocos centímetros me separan del abismo de tres pisos que hay debajo. Doy un paso hacia delante. Caigo. Veo el suelo acercándose muy deprisa, y luego. . . NEGRO.

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