jueves, 31 de enero de 2013

Dedicado a mi actual profesor de física y química :D


Era exasperante, nadie lo soportaba. Sentados educadamente en sus sitios, cada uno de los alumnos imaginaba miles de acabar con aquello, algunos fantaseaban con levantarse y salir del aula, otros se regocijaban imaginando todas las muertes, posibles e imposibles, para el profesor. Veían en sus mentes la cabeza del viejo volar por los aires tras ser separada limpiamente o su cuerpo sin vida caer tras recibir un escopetazo en la cara. Incluso algunos soñaban despiertos con alguna intervención extraterrestre que libraran a la humanidad de aquel insoportable hombre. Pero al final, como siempre, nadie hacía nada, la clase terminaba sin incidentes y, cuando el profesor salía por la puerta, todos respiraban aliviados, aunque decepcionados por no poder llevar a cabo sus fantasías.


lo que puede llegar a degenerar una clase de física con este hombre es increíble...

jueves, 24 de enero de 2013

Sonrisas 5ª parte


Hacía tanto tiempo que no lloraba, que había perdido la capacidad de hacerlo. Había intentado ser más fuerte, había procurado no mostrar su debilidad, pero aquello solo había conseguido que su frustración, su dolor y sus pensamientos quedaran encerrados en su interior, el muro que había construido para protegerse del exterior era ahora su cárcel y se inundaba poco a poco, ahogando cada vez más su corazón, su mente. A veces no podía respirar, sentía una presión insoportable en el pecho, sentía ganas de vaciar aquel mar de dolor, de secarlo a base de lágrimas. A menudo, quizás más de lo que debería, aliviaba la presión con una pequeña cuchilla de afeitar antigua que había encontrado en un cajón y que llevaba siempre consigo, el escozor de sus heridas calmaba por unos momentos los verdaderos problemas que ocultaba. A pesar de todo era demasiado débil para llegar hasta el final, para dejar que su sangre fluyera libre. No temía a la muerte pero era incapaz de llamarla directamente, había empezado a fumar hacia unos mese y aquello la relajaba momentáneamente pero a la vez se odiaba por hacer lo que siempre había recriminado a su familia.

Aquel día estaba especialmente deprimida, durante las clases había estado totalmente ausente y no paraban de rondarle por la cabeza todos los asuntos no resueltos que inundaban su interior, algunos eran concretos, pero de otros solo era consciente de la sensación que dejaban y estos eran los que más le afectaban, el no saber lo que le rondaba por la cabeza producía una doble desazón en su interior. Cuando el sonido del timbre recorrió las aulas, recogió sus cosas y se marchó. Aun quedaban algunas horas de clase pero no podía mas, sus piernas actuaron por voluntad propia. Su cerebro había colapsado y su cuerpo se movía por instinto. Salió de aquel gris edificio y caminó sin rumbo aparente, dejó caer la mochila y la abandonó, siguió vagando por las calles hasta que llegó a las afueras de la ciudad. Se acercó poco a poco a las vías del tren, que rodeaban la ciudad, ella solía ir allí cuando no podía más, cuando sentía que debía desconectar de todo, se sentaba en la pradera cerca de las vías y observaba pasar los trenes. Aquella vez fue diferente, no se detuvo, continuó caminando hasta subir a las vías y e tumbó dejando caer las piernas por un lado y apoyando la cabeza en el metal. Cerró los ojos. Como si se hubiese desenchufado de repente relajó todo el cuerpo y quedó semidormida respirando levemente. Las vías comenzaron a vibrar, ella abrió los ojos y observo las nubes, pero pronto dejó de verlas ya que sus lágrimas comenzaron a brotar e invadieron sus ojos y corrieron por sus mejillas, terminando en el frío metal de las vías. Al fin, su dolor terminaría, allí, en aquel momento. No pudo evitar que una sonrisa de alivio recorriera su rostro justo antes de que la pesada máquina del tren de mercancías la destrozara y repartiera trozos de cráneo, sesos y sangre por los alrededores de la vía, tiñendo de rojo la verde hierba que antes cubría la pradera.

jueves, 17 de enero de 2013

El Violinista 4ª parte final


Una desagradable risotada salió de la garganta del viejo, pero se detuvo en seco cuando aparecieron Neku y sus amigos arremetiendo contra los diez hombres, pronto el parque fue un campo de batalla, los diez hombres luchaban contra nosotros, Neku y sus dos compañeros. Ellos nos superaban en número, pero, a diferencia de lo que pareciera, Neku sabia defenderse, repartía puñetazos aquí y allá;  sabía dónde golpear exactamente para dejarles sin aliento por largos segundos, que le daban tiempo de sobra para volver a arremeter. Sus amigos tampoco eran novatos. Jack y yo apenas tuvimos que hacer nada. De pronto me di cuenta de que uno de ellos sacaba una pistola de la chaqueta y apuntaba a Neku por la espalda; me abalancé sobre él y le tiré al suelo; se escuchó un disparo, un grito, y el sonido de un peso muerto caer al suelo. Todos alzamos la cabeza, buscando la víctima, vimos caer el pesado cuerpo del padre de Jack, la expresión congelada en el rostro, los ojos abiertos como platos, las pupilas dilatadas, un hilo de sangre brotó de su boca, una mancha roja comenzó a extenderse por su camisa y poco a poco la vida fue escapando de su cuerpo, su mirada se apagó y, tras convulsionar, quedó completamente inmóvil. Los hombres que aun quedaban en pie miraron el cadáver horrorizados y luego salieron corriendo, ninguno de nosotros hizo el menor esfuerzo por seguirles.
—Vámonos— dijo Jack.
— ¿Estás bien?—le preguntó Neku. —al fin y al cabo era tu padre.
—Estoy bien, se lo tenía más que merecido.
Me acerqué a él y le abracé fuertemente, el correspondió a mi abrazo y ambos nos fundimos en unos solo por unos instantes. Cuando nos separamos él se agachó y recogió lo que antes había sido su violín, que ahora estaba pisoteado y destrozado. Lo miró nostálgicamente y repitió: “vámonos”

Mientras nos alejábamos oímos  sirenas de policía que se acercaban así que apretamos  el paso en dirección a Mandarake para cambiarnos y despejar la mente de lo que acababa de pesar aunque Jack decía que estaba bien a mi no me lo parecía después de todo acababa de ver como su padre moría delante de él. Llevábamos un rato en Mandarake cuando Neku se levanto y dijo:

—Vamos a comprar algo de comer, quedaos vosotros aquí— dirigiéndose a mí y a Jack.

Acto seguido todos salieron de la tienda, cuando salía me pareció observar como Neku me giñaba un ojo. La puerta se cerró y entonces me di cuenta de que estábamos a solas. Me acerqué a Jack y me quedé un momento observándole, parecía perdido en sus pensamientos.
— ¿Seguro que estás bien?  No tienes que avergonzarte de nada, no hiciste nada malo.
—Yo… no lo entiendo— tenía la cabeza baja y el flequillo le tapaba los ojos— ¿Por qué me siento tan mal? El siempre me ha hecho la vida imposible— se estremeció.
—pero, Jack, el era tu padre y eso no puedes evitarlo.
—y sin embargo… él nunca me vio como a un hijo, si no como a un posible sucesor y más tarde como a una simple molestia.
Era evidente que estaba llorando, intentaba sofocar sus sollozos pero no podía evitar algunos. Me acerqué más a él y le rodeé con mis brazos. Se derrumbó sobre mi hombro, lloró durante unos minutos.
—Lo siento— me dijo cuando se calmó
—Tranquilo, es normal
—Pero…no quiero cargarte con esto
—Si repartimos nuestras cargas será más fácil para ambos, si te veo sufrir y no hago nada me moriría por dentro— me miró, sus hermosos ojos estaban inundados en lagrimas
— ¿Te quedaras a mi lado?
—Por supuesto
—si estás conmigo creo que seré capaz de superarlo todo, nada será imposible si estamos juntos
—Jack, —le miré directamente a los ojos— te quiero.
Nos acercamos más y lentamente nuestros labios se unieron. Fue un beso dulce y cálido, pero también salado, debido a sus lágrimas. Nos fundimos en uno solo, ninguno de los dos queríamos que el beso acabase. De pronto oímos vítores que provenían de la puerta, eran Neku y los demás que habían vuelto. Me sonrojé.
En ese momento sentí que solo con tenerle a mi lado sería la mujer más feliz del universo.

jueves, 10 de enero de 2013

Sonrisas 4ª parte


Cesó de correr y apretó contra su pecho el bulto que tenía entre los brazos. Ante ella estaba aquel hombre, apuntándola con una pistola, y tras él sus numerosos matones y guardaespaldas.
—No puedes huir—Rió enseñando los dientes— sabes que tarde o temprano será mío… vamos mujer, sabes que no le haré daño.
—yo…no quiero que le mal influencies…—las lagrimas comenzaron a brotar de sus bellos ojos verdes.
—O le entregas y te rindes o moriréis los dos, no podemos perdonar tus actos, pero el pequeño no tiene culpa alguna, será criado y educado, no sufrirá.
— ¿si… le dejo con vosotros…vivirá si saber nada de su pasado? —una nueva esperanza iluminó su cara, aquel hombre era cruel, pero siempre cumplía su palabra.
—Te doy mi palabra
Se secó las lágrimas que aun cruzaban sus mejillas. Retiró las mantas que cubrían la cara del bebe y clavó la mirada en sus grandes ojos de color esmeralda, acarició sus suaves mejillas y el niño agarró, con sus pequeñas manitas, un  dedo de la mujer. Avanzó hasta llegar a la altura del hombre y le entregó al pequeño. Una sonrisa iluminó tenuemente su rostro.
—Hasta nunca— Separó su dedo de la mano del bebe y dio un paso atrás.
—Ahora estas bajo mi poder—Un cruel gesto había aparecido en la oscura cara del hombre.
Sin que la sonrisa desapareciera de su rostro, la mujer sacó rápidamente de sus ropajes un cuchillo y, antes de que nadie pudiera reaccionar, el filo desgarró la suave piel de cuello de la mujer,  cortando limpiamente las venas y parte de su tráquea. Momentos después se desplomó manchando la blanca arena del desierto con su sangre.

jueves, 3 de enero de 2013

El Violinista 3ª parte


— ¡Chico! Cuanto tiempo— exclamó Neku al ver a Jack — hace mucho que no vienes por aquí, ¡me tienes abandonado! —se giró hacia el dependiente, le indicó que se ocupara de la tienda y nos guió a nosotros hacia la trastienda.
—Lo siento, lo siento— dijo Jack riendo— vendré más a menudo. Pero lo de hoy es importante— se puso serio de repente— Necesitamos tu ayuda.
— ¿Quién es tu amiga? —se acercó a mí.
—Ella es Victoria, me ha salvado la vida.
— ¿Tu vida? ¿En qué te has metido ahora?
—Parece que alguien me quiere para que mi padre les page un rescate. Necesito que nos ocultes
— ¡Con eso no solucionaremos nada! ¿Pretendes esconderte toda tu vida?
—Pero… ¿qué podemos hacer?
—Podrías llamar a tu padre, — Jack le echó una extraña mirada—pero sé que no lo harás así que habrá que encargarse de ellos
— ¿pero cómo?
—Yo tengo una idea— dije tímidamente, ambos me miraron— podríamos tenderles una trampa. Pero es peligroso, sobre todo para ti, Jack, sería usarte de cebo prácticamente. Tenemos que estar seguros de que podemos con ellos.
— ¡Podemos! — aseguró Neku.
—La idea sería atraerles con su música, pero sin que sea demasiado obvio, y una vez que crean que le tienen, atacar nosotros.
— ¿Y dónde puedo tocar? —Jack se quedó pensativo
—Yo había pensado—dije ruborizándome un poco— en una…cita
— ¡Pero así te pondrías tu también en peligro!
—No voy a dejarte solo, además yo sé defenderme.
—Yo lo veo bien. —dijo Neku riendo— Ella es la que se ofrece no la estamos obligando a nada.
Al final Jack accedió a regañadientes, decidimos que al día siguiente iríamos a uno de los parques más transitados de la ciudad y pondríamos en marcha nuestro plan. Cuando llegamos allí Jack y yo nos sentamos en el césped, Neku  unos amigos suyos se escondieron, haciéndose pasar por transeúntes Jack tocó algunas piezas para mí.
— ¿Crees que vendrán? —le pregunté
—No lo sé…
— ¿Puedo… preguntarte una cosa?
—Adelante
— ¿Qué problema tienes con tu padre?
—Suponía que me preguntarías eso— me dijo con una nostálgica sonrisa— desde que era pequeño, siempre me ha gustado tocar el violín. Como mi padre siempre ha tenido dinero, me apuntó a clases con los mejores profesores, sus planes para mí eran que yo heredara su empresa; él quería que el violín fuera un simple entretenimiento para mí, pero se convirtió en mi vida. Cuando él se dio cuenta, me alejó de mis profesores, me prohibió tocar el violín, incluso pagó a todas las academias que estaban a mi alcance para que no me aceptaran. Pero todo esto no me detuvo, con mis ahorros me compré el mejor violín que me pude permitir, salía a escondidas a tocar al parque o por la calle, pero mi padre me descubrió y me dio a elegir entre dos opciones, o me quedaba bajo su techo, con su dinero y su protección, o me iba con mi violín a la calle. Creo que está claro cual escogí— dijo alzando un poco el violín que tenía apoyado en  su regazo — En parte se lo agradezco, porque gracias a eso terminé trabajando en la estación y allí te conocí a ti.
Su historia me conmovió. Ambos nos quedamos en silencio durante un rato; el comenzó a tocar una triste y nostálgica melodía. Por la carretera pasó un coche negro, unos metros más adelante se detuvo en seco. La puerta delantera se abrió y salió un señor con un elegante traje, abrió la puerta trasera y salió otro hombre, de unos cuarenta o cincuenta años, fumando un gran puro. La melodía de Jack se detuvo en seco, el hombre se encaminó hacia nosotros, su vista pasaba de Jack al violín, luego a mí y luego volvía otra vez a Jack, parecía incrédulo. Le dijo algo a su chofer y este volvió al coche.
— ¿Qué haces aquí, padre? —dijo Jack cuando el hombre estuvo lo suficientemente cerca.
—Pasaba por aquí y te he visto desde el coche.
—Estás perdiendo capacidades, cualquiera olería esa mentira a kilómetros de distancia.
—Está bien, he venido para darte una última oportunidad de volver conmigo.
— ¿En serio? ¿Y qué me ofreces? ¿Esa empresa tuya? Ya sabes que no me interesa
— ¿Sigues pensando que es mejor tu música? ¿Prefieres vivir en la calle, como un pobre, a poseer un imperio? Veo que sigues siendo estúpido— impregnó esta última palabra de un infinito desprecio, entonces me miró— y además has encontrado una ramera, ¡qué bonito!
— ¡No te atrevas a decir eso de ella!
Jack se enfureció y se levantó, dejando el violín a un lado. Conseguí sujetarle a duras penas para que no se lanzara hacia su padre, pero, entonces, de pronto, unos hombres vestidos de negro salieron de algún sitio y aprisionaron a Jack, también me cogieron a mí y me inmovilizaron contra el suelo.
— ¿Pensabas que podrías tocarme, renacuajo?
— ¡Eras tú desde el principio! —Jack no podía creerlo.