miércoles, 8 de febrero de 2012

Frio. Hielo. Viento. Nieve.

Frio. Hielo. Viento. Nieve.

Todos aquellos pensamientos rondaban su mete, aunque intentara evitarlos siempre volvían, el frio había penetrado demasiado en su interior, a pesar de las pesadas capas que llevaba. La fuerte ventisca lo rodeaba, apenas veía más allá de su nariz, la nieve se arremolinaba frente a sus ojos y el viento le golpeaba sin piedad como si fueran fuertes puños, sacudiéndole. Pero el continuaba caminando, intentaba pensar en cosas cálidas, levantaba trabajosamente los pies del suelo y los dejaba caer pesadamente más adelante. Sus manos, aunque embutidas en los gruesos guantes, estaban congeladas, ya no podía moverlas, la escarcha se formaba alrededor de su boca y su nariz, debido a su respiración, y sus pestañas se unían con el hielo. Una ráfaga de viento, más fuerte que las demás, le golpeó de costado, perdió el equilibrio, se tambaleó y cayó al suelo, sobre la nieve, que se hundió bajo su peso, dejándole semienterrado. Sus esperanzas se habían desvanecido, ya no tenía ninguna posibilidad. Una lágrima salió de sus ojos, pero se congeló sobre su piel. Ya no le quedaban fuerzas, o podía levantarse, los brazos le pesaban, las piernas le pesaban y en su pecho notaba un gran peso, como si un elefante se hubiera sentado sobre él. Era incapaz de moverse, pero seguía consiente y observaba como a su alrededor la nieve seguía cayendo, notaba como cubría poco a poco su cuerpo. Pronto el frio dejó de importarle, ya no sentía nada más que un gran gran peso en todo el cuerpo, como si lo estuvieran aplastando, la nieve había cubierto su rostro y no podía ver nada, solo el blanco de la nieve que se hacía cada vez mas y mas oscuro, hasta que todo quedó negro. Un hilo de sangre salió de su boca pero se congeló en seguida. Poco a poco su vida se fue desvaneciendo, mientras que fuera, en la superficie, las nubes huían y dejaban al descubierto el claro azul del cielo y los luminosos rayos del sol, que iluminaban todo el valle, el suelo cubierto de nieve blanca, que brillaba, y completamente lisa salvo por un pequeño montículo, donde se encontraba el cadáver y unos metros más lejos una pequeña cabaña cuyo tejado estaba cubierto de nieve, pero había resistido el temporal.

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