miércoles, 22 de febrero de 2012

De cuando Gregorio Samsa murió por equivocación

encontré esta historia, que escribí hace tiempo, mas o menos en 1º de la eso, y me trajo muchos recuerdos xDD

Aquella mañana Gregorio Samsa se despertó convertido en un gran insecto. Anteriormente Gregorio Samsa había sido un hombre regordete y no muy agraciado; era, sin embargo amable, simpático y bonachón. Trabajaba en una iglesia cercana a su pequeña casita. Su oficio le gustaba, ya que se encargaba de los más pequeños. Cuando no trabajaba era un hombre bastante normal. Vivía en una casa en un pueblecito de unas 20 casas, 5 de ellas de veraneo y otras 2 deshabitadas, un bar, la iglesia y un pequeño castillo derruido. Trabajaba solo los veranos y rara vez durante el resto del año. En su tiempo libre cultivaba un pequeño huerto a las afueras del pueblo con ayuda de su burra Badiela. Pero aquello ya era historia, esa mañana, un lunes de marzo de 1978 ya no era el mismo cura regordete y bonachón, si no una horrible cucaracha que ni a malas podía gustar a los niños. Probó todo lo que se le ocurrió para volver a su forma original, desesperado escribió a su hermana Matilde, que vivía a las afueras de la ciudad.

Querida hermanita:

¿Qué tal estás? Verás es muy importante que no se lo digas a nadie pero tengo un grave problema, necesito que vengas a ayudarme, pero tu sola. Un beso, Gregorio

La hermana pensando que sería un problema de dinero cogió todo el que tenía a mano y salió hacia el pueblo, pero cuando llegó allí no encontró a su hermano, si no a una enorme y horrible cucaracha, con la que acabó enseguida, al morir, la cucaracha recuperó su forma original. Y este fue el inesperado y temprano fin de Gregorio Samsa

FIN

viernes, 17 de febrero de 2012

La última sonrisa

Se despidió de sus amigos con una sonrisa en la cara, pero cuando se giró y comenzó a caminar hacia su casa ya había desaparecido. Siempre sonreía cuando iba con ellos, y no era una sonrisa falsa, pero en cuanto se separaban toda aquella felicidad desaparecía sobre todo aquella noche. . . el día anterior ya se había dado cuenta de que algo pasaba, su mejor amiga y ella habían medio discutido y ella había sacado sus conclusiones, creía que quería dejarle a solas con otra chica, a él, al chico que ella secretamente amaba, suponía que él había hablado con ella, y por eso no había dicho nada. Pero aquel día iban un montón de personas a acompañarla, y aun así su amiga le había echado esa mirada de “no deberías estar aquí” y ella se iba antes a casa, sin acompañar a los demás hasta sus casas como solía hacer.

Cuando se alejó suficiente de ellos empezó a tararear la melodía de una triste canción que le vino a la mente. La calle estaba desierta y apenas pasaban coches, pero ella no se fijo en ello, iba sumida en sus pensamientos, de vez en cuando sin darse cuenta comenzaba a hablar sola en voz alta y se reprochaba el no tener claros sus sentimientos ni ser lo suficientemente fuerte como para expresarlos. Casi sin darse cuenta la lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, y a correr por sus mejillas, ella absorbía la tristeza de las personas, siempre escuchaba los problemas de sus amigos e intentaba consolarles o ayudarles, pero a ella nadie la escuchaba, entre otras cosas porque ella no pedía atención, no quería aburrir a sus amigos con sus problemas así que siempre disimulaba. Por culpa de aquella manía cada vez se sentía peor, ya que unía a sus propios problemas los de sus amigos. Sumida en sus pensamientos se dio cuenta de que no veía nada, ya que las lágrimas no paraban de salir, pero le dio igual. Conocía aquel trayecto de memoria ya que era el mismo que hacía para ir y volver del instituto todos los días Comenzó a cruzar la carretera, y de pronto escuchó el ruido de un motor, acercándose a toda velocidad, se giró y a través de la pantalla de lágrimas pudo ver dos luces. se quedo allí, paralizada, sin saber qué hacer, y casi le pareció que el tiempo se detenía, su mirada se aclaró y pudo observar con atención la oscuridad de la noche, el movimiento de las hojas de los árboles y algunos gatos corriendo por el parque, vio como el coche se acercaba a ella sin poder remediarlo, pitando como un loco y haciendo eses, incluso llegó a vislumbrar la cara del conductor, con marcados signos de embriaguez todo aquello pasó ante sus ojos, sin darle tiempo a reaccionar, y quedó grabado en sus retinas, justo antes de que el coche impactara contra ella y la lanzara por los aires, quedo tirada en el duro y frío asfalto de la carretera y vio de reojo como el coche se alejaba a toda velocidad de allí “quizás sea mejor así“ pensó por un momento antes de sumirse en la oscuridad.

miércoles, 15 de febrero de 2012

felicidadeees carloos!!!!

este es el primer capitulo del cuento que me pidieses que escribiera,no se como terminara la cosa pero si quieres que cambie algo o tienes alguna idea ¡dímelo! y asi sera mas "personalizada" xDD



Cuando sonó el timbre Carlos comenzó a recoger sus cosas, aun quedaban algunas horas de clase pero el ya se iba a casa. No le iba demasiado bien en sus estudios y a veces se deprimía pensando que era un inútil, que no servía para nada, pero en su interior guardaba un poder que él desconocía.
Mientras caminaba hacia su casa, le pareció que alguien le seguía, oía sus pasos y casi creyó poder oír su respiración. Se detuvo y se giró, pero la calle estaba totalmente desierta, quizás incluso más de lo habitual. “será mi imaginación” pensó, y volvió a caminar, pero aquella sensación seguía allí, notaba una mirada fría en su nuca y pasos silenciosos tras de sí. Cerró los ojos un momento para convencerse a sí mismo de que todo era irreal, una imaginación suya, pero cuando abrió los ojos se detuvo en seco, había una mujer parada frente a él, su ropa era algo extraña pero no alcanzaba a comprender porque le daba esa impresión. La mujer le observaba con unos ojos gélidos de un azul tan claro que casi parecía blanco. Cuando la miró, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, pero se controló para no salir corriendo y siguió observándola, su pelo castaño oscuro casi negro le caía hasta la cadera, desparramándose como una cascada de agua oscura. No se movía, únicamente le observaba y el la observaba a ella.
-¿Quién eres?- le preguntó- ¿Qué haces aquí?- ella ignoraba todas sus preguntas como si no las escuchara.
Carlos dio un paso hacia ella, armándose de valor y entonces ella cambió su expresión, su aparente curiosidad se tornó en rabia, pero solo en su rostro se distinguía el sentimiento, todo su cuerpo seguía relajado. Sin muestras de crispación alguna retrocedió, aun mirándole, y desapareció entre unos árboles. Carlos corrió hacia allí, pero solo vio un gato corriendo a lo lejos y un par de pájaros en el cielo.
De camino a su casa fue pensando en aquel extraño suceso, alerta por si la extraña mujer volvía, pero nada ocurrió. Cuando llegó, cerró la puerta con llave y se encerró en su habitación, cogió un libro de su estantería y se tumbó en la cama a leer. Mientras estaba concentrado volvió a notar que le observaban e inmediatamente se puso alerta, soltó el libro sobre la cama y se puso en pie, comprobó el pestillo de la puerta y vio que aun estaba echado, luego fue a la ventana se cercioró de que estaba bien cerrada y echó las cortinas. La luz de su lámpara le parecía irreal, las sombras que formaba eran deformes y tétricas. Escucho un ruido tras su puerta y se acercó un poco, aguzando el oído para escuchar a través de la madera y entonces, de repente, se abrieron de golpe las cortinas y la ventana, una ráfaga de aire entro en la habitación y esta volvió a inundarse de luz solar. Carlos se giro, mirando asustado la ventana, entonces escuchó el sonido del seguro de la puerta y una fuerza sobrehumana lo empujó tirándolo al suelo, cayó de rodillas al suelo y se giró, temeroso, la puerta estaba abierta de par en par, y allí se alzaba la imponente figura de la mujer de ojos azules. Le miraba como si fuera un molesto insecto y Carlos percibió el deseo de matar en sus ojos. Impotente descubrió que las piernas no le respondían. Miró alrededor, en busca de algún arma, pero no había nada a su alcance. La mujer comenzó a murmurar algo en un idioma desconocido, Carlos notó que el aire se hacía más pesado y transmitía una extraña sensación. El murmullo cesó y la mujer alzó un brazo, colocando la palma de su mano hacia Carlos y el percibió el peligro, sus piernas volvieron a responder y se levantó, retrocedió hasta quedar pegado a la ventana, y el aire le revolvió el pelo, la mano de la mujer apuntaba directamente a su pecho y una pequeña bola de luz había empezado a formarse frente a ella, gorgoteaba como si fuera lava. Carlos miró de reojo por la ventana, era un octavo, sabía que era imposible que saliera con vida de aquello, pero aun así se pego mas a la ventana, casi subiéndose a ella. La mujer comenzó a reír, su risa era oscura y maligna, cargada de odio y muerte. La pequeña bola de luz había alcanzado el tamaño de una pelota de tenis y se había estabilizado.
-¡MUERE!-grito entonces la mujer
Carlos deseó que el tiempo se detuviera, pero sabía que no pasaría, pudo ver la bola avanzando a toda velocidad hacia el e instintivamente retrocedió, lo que provoco que cayera por la ventana. Fue como si viera una película a cámara lenta, se vio a si mismo cayendo lentamente, la bola le pasó rozándole el hombro, se giró y vio el suelo acercándose a él y deseó caer suavemente, o que algo detuviera su caída, y entonces su cuerpo cayó al suelo, pero el golpe no fue tan fuerte como esperaba, además había tardado excesivamente poco en caer. Abrió los ojos, notaba las piernas y los brazos doloridos, pero estaba vivo. Miró arriba, aun tumbado en el suelo, a tiempo para ver a la mujer asomarse desde su ventana, cerró los ojos y se quedó inmóvil, no quería que aquella que lo quería muerto supiese que en realidad estaba vivo. De repente se escucho un grito, una mujer que pasaba por allí le había visto, entreabrió los ojos y vio que la extraña mujer había desaparecido de la ventana. La mujer que había chillado se acercó a él, cuando le miró la cara y vio que respiraba se calmó un poco.
-¡que susto me has dado!- le dijo mientras rebuscaba en su bolso- ¡pensé que estabas muerto! ¿Qué te ha pasado?
- lo siento- murmuró, intentando incorporarse-me he caído
La mujer sacó un paquete de pañuelos y le dio uno, le ayudó a levantarse y le sentó en un banco.
-¿Qué te ha pasado en el hombro?
Carlos se miró y vio que tenia la camiseta rasgada y empapada de sangre, que salía de un corte en su hombro, pero curiosamente no le dolía, pero no dijo nada.
-hay que llevarte al hospital, ¿quieres que llame a tu madre?
-¡No! No llames a nadie
-de acuerdo– dijo tras observarle gravemente- creo que eres suficientemente adulto como para saber lo que te conviene, pero voy a llevarte al hospital
Afortunadamente había uno cerca de allí, cuando llegó se desplomó en una silla, se estaba quedando sin fuerzas, perdió la consciencia. Cuando despertó estaba rodeado por una cortina blanca, metido en una cama, notaba el hombro rígido y cuando lo miró vio que estaba vendado. Escuchó pasos en el exterior y se puso en tensión, pero entonces una enfermera de aspecto agradable descorrió las cortinas
-Veo que ya estas mejor- dijo con una sonrisa- la mujer que te trajo ha tenido que irse, pero se quedó hasta saber que estabas bien ¡qué suerte has tenido! La herida era profunda ¿Cómo te le hiciste?
-No lo recuerdo bien- dijo eludiendo el tema
-Bueno, ¡lo importante es que te recuperes! Por cierto hemos llamado a tu madre, debe estar a punto de llegar
-Mierda- murmuró desviando la vista
- la mujer ya nos dijo que no querías, pero lo vimos necesario. Bueno te dejo descansar- y tras decir esto salió y volvió a cerrar las cortinas.
Carlos se sumió en un sueño ligero e inquieto, trazos de recuerdos e invenciones se entremezclaban en su mente. De pronto volvió a despertar, oía pasos, estos se detuvieron tras las cortinas
- No quiero hablar, madre- le dijo a la silueta que se dibujaba vagamente en la cortina- ¡márchate!
-no soy tu madre- la cortina se descorrió y una joven asomó la cabeza
- lo siento- se disculpó Carlos
La chica entró. Su pelo, sujeto en dos coletas era morado y estaba muy rizado, y sobre su cabeza descansaba un pequeño gorro de bruja, como de adorno, su vestido era negro y la tela caía hasta sus rodillas, como a jirones. Carlos la miró asombrado. Ella se acercó a él, le miró con sus grandes ojos, también morados, y acto seguido le puso una mano sobre el hombro. Su primera reacción fue apartarse, pero entonces comenzó a sentir, en su hombro, una calidez inusualmente agradable, cuando la calidez cesó la chica cortó las vendas y se las quitó, Carlos vio que su herida estaba totalmente curada.
-¿Quién eres?- le preguntó
-soy una bruja-le contestó ella-me llamo Katja. El consejo me eligió para protegerte
-¿protegerme? ¿De qué? ¿Qué consejo?
-de Ella, por supuesto, La Bruja Malvada, ha venido para destruirte. El consejo de brujas y magos es el que decide casi todo en nuestro mundo
-¿Qué quieres decir exactamente con “bruja”?
-pues eso-dijo riendo- que soy una bruja, como todos en mi mundo, hago magia y esas cosas- y mientras decía esto puso sus manos ante ella y pequeños fuegos artificiales comenzaron a salir de ella
-esto es muy raro –dijo estupefacto-por cierto ¿Por qué quiere destruirme?
-porque eres Tu. Eres la única persona capaz de detenerla y encerrarla para siempre
- ¿Cómo voy a hacer yo eso? Y ¿Quién dice que quiera hacerlo?
-DEBES hacerlo, porque de ello depende la seguridad de Todo
-Pero eso no responde a mi primera pregunta
-El “cómo” es algo que habita en tu interior y que, al parecer, aun no has descubierto
"Algo que habita en mi interior" murmuro pensativo
-¡Debemos irnos!- exclamó Katja- ¡están a punto de llegar!
-¿Quiénes?
-los enfermeros y tu madre
Carlos se incorporo de golpe, volviendo de repente a la realidad, si su madre lo veía no le dejaría en paz, asique con ayuda de Katja salió de la cama y fueron hacia la puerta, pero escucharon voces que se acercaban.
-¡por la ventana!-le susurró Katja
El la miró asombrado pero la siguió. Katja abrió la ventana y silbo fuertemente, luego saltó. Carlos se asomó y vio que había caído sobre una escoba, Katja se acercó a la ventana todo lo que pudo y le tendió una mano. Carlos no estaba seguro de que fuera una buena idea, pero las voces habían llegado ya a la puerta y saltó, sin pensarlo. Casi sin darse cuenta se encontró sentado en la escoba y esta salió disparada, alejándose cada vez mas del hospital.

jueves, 9 de febrero de 2012

Adios

La sangre brotó. Comenzó a salir indiscriminadamente del profundo corte. Ella lo miró, con el cuchillo aun en la mano. Observó como la sangre escapaba de su brazo y se marchaba por el desagüe. Toda aquella rabia que había ido acumulando salía también suavemente, mezclada con la sangre. El mundo no la había tratado bien. Todos se habían aprovechado de ella, incluso aquellos a los que había considerado amigos. Estaba harta de ayudar a todo el mundo y que nadie la ayudara a ella. Había llegado su fin, no pasaría de aquella noche. La vida se escapaba lentamente de su cuerpo, demasiado lentamente. Aferró el cuchillo con más fuerza lo elevó, llevándolo hacia su cuello, y presionó a la vez que lo deslizaba sobre su suave piel. Notó que su camisa se empapaba y la cálida sangre le acariciaba la piel. No dejó ninguna nota, ni habló con nadie, su único deseo era que todos aquellos que le habían hecho la vida imposible sufrieran. La rabia ya había desaparecido y desbordada por una profunda calma se dejó caer al suelo. En silencio.

miércoles, 8 de febrero de 2012

mi Yo real

Todo está oscuro. Hay sangre por todas partes. Siento la adrenalina corriendo por mi cuerpo. El peso del cuchillo en mi mano me hace sentir vivo, pero aun mas las sangre que gotea de él, en el suelo se amontonan trozos de carne, sobresalen brazos, piernas, cabezas, algún que otro torso abierto en canal, dejando al descubierto los órganos, bañados en sangra, brillantes. ¿Por qué había hecho aquello? Ni siquiera yo misma lo sabía, simplemente lo había hecho. No conocía a ninguna de esas personas, no habían hecho nada malo, o quizá sí, pero a mí me daba igual, solo estaban ahí, en el momento equivocado y en el lugar inadecuado, yo llegué y dejé que mi cuerpo se moviera solo, me relaje y el demonio que dormía en mi despertó. Pero no le estoy echando la culpa a otro, ese demonio soy yo, ese es mi estado natural, mi cara de niña buena es solo una tapadera. Ahora, al fin, me he liberado. Ya soy LIBRE

Frio. Hielo. Viento. Nieve.

Frio. Hielo. Viento. Nieve.

Todos aquellos pensamientos rondaban su mete, aunque intentara evitarlos siempre volvían, el frio había penetrado demasiado en su interior, a pesar de las pesadas capas que llevaba. La fuerte ventisca lo rodeaba, apenas veía más allá de su nariz, la nieve se arremolinaba frente a sus ojos y el viento le golpeaba sin piedad como si fueran fuertes puños, sacudiéndole. Pero el continuaba caminando, intentaba pensar en cosas cálidas, levantaba trabajosamente los pies del suelo y los dejaba caer pesadamente más adelante. Sus manos, aunque embutidas en los gruesos guantes, estaban congeladas, ya no podía moverlas, la escarcha se formaba alrededor de su boca y su nariz, debido a su respiración, y sus pestañas se unían con el hielo. Una ráfaga de viento, más fuerte que las demás, le golpeó de costado, perdió el equilibrio, se tambaleó y cayó al suelo, sobre la nieve, que se hundió bajo su peso, dejándole semienterrado. Sus esperanzas se habían desvanecido, ya no tenía ninguna posibilidad. Una lágrima salió de sus ojos, pero se congeló sobre su piel. Ya no le quedaban fuerzas, o podía levantarse, los brazos le pesaban, las piernas le pesaban y en su pecho notaba un gran peso, como si un elefante se hubiera sentado sobre él. Era incapaz de moverse, pero seguía consiente y observaba como a su alrededor la nieve seguía cayendo, notaba como cubría poco a poco su cuerpo. Pronto el frio dejó de importarle, ya no sentía nada más que un gran gran peso en todo el cuerpo, como si lo estuvieran aplastando, la nieve había cubierto su rostro y no podía ver nada, solo el blanco de la nieve que se hacía cada vez mas y mas oscuro, hasta que todo quedó negro. Un hilo de sangre salió de su boca pero se congeló en seguida. Poco a poco su vida se fue desvaneciendo, mientras que fuera, en la superficie, las nubes huían y dejaban al descubierto el claro azul del cielo y los luminosos rayos del sol, que iluminaban todo el valle, el suelo cubierto de nieve blanca, que brillaba, y completamente lisa salvo por un pequeño montículo, donde se encontraba el cadáver y unos metros más lejos una pequeña cabaña cuyo tejado estaba cubierto de nieve, pero había resistido el temporal.

no juegues con mis sentimientos. este es de hace tiempo pero bueno. . .

Todo está oscuro, en mi mano hay un cuchillo, estoy sentada al lado de una puerta, esperando a que se abra. Me pregunto cómo he llegado a esto, necesito reflexionar, no tengo mucho tiempo, está a punto de llegar.

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Todo empezó hace unos días, había quedado por primera vez con el chico que me gustaba, era un compañero de clase, le acababan de transferir hacía poco. Aquel día sospeche por un instante que no era el tipo de persona que pretendía ser en clase, allí siempre era muy amable con todo el mundo y nunca daba problemas. Sin embargo aquel día en nuestra “cita” todo le molestaba, desde mi ropa hasta la comida del restaurante, aun así pensé “quizás tenga un mal día”. Al día siguiente se disculpo con migo así que los olvide. La siguiente vez que quedamos le confesé mis sentimientos, le dije que me gustaba y, que si era posible, quería salir con él. Aceptó, y en ese momento mi felicidad era tal que no me di cuenta de que apenas reaccionó cuando me declaré.
Esos días iban en camino de ser los más felices de mi vida, pero al día siguiente mientras paseaba con mis amigas vi un chico, que me resulto familiar, besando a una mujer. Cuando se separaron y le vi la cara me dio un vuelco el corazón, era la misma persona que había aceptado mis sentimientos el día anterior. Les dije a mis amigas que se adelantaran, que yo tenía algo que hacer, cuando se alejaron me acerque a ellos
-¡¡¡no me dijiste ayer que ibas a salir con migo!!!-le grité
-si-me respondió mirándome a los ojos –pero ella es mi prometida-
Me quede sin habla, con la boca abierta. No me lo podía creer
-ven esta noche a la azotea del instituto no quiero montar un escándalo aquí-le dije-
En ese momento estaba demasiado frustrada como para pensar en lo que quería de él. Me respondió con un simple “vale” y yo me marche lo más deprisa que me permitían mis piernas.
Cuando llegué a mi casa me encerré en mi habitación, aun quedaban unas horas para que llegara el momento. Me senté en la cama y empecé a pensar. Había sido una tonta, debería haberme dado cuenta de que no mostraba ninguna emoción cuando estaba a mi lado. Me quede un rato deprimida, pero esta depresión dio paso a la rabia. Si el ya estaba prometido no tendría que haber empezado a salir conmigo, tenía que haberme rechazado.
¡SI! él tenía la culpa, así que tenía que pagar por jugar con mis sentimientos. Baje a la cocina y cogí el cuchillo más grande que encontré, después Salí a la calle y me dirigí al instituto. Cuando llegué a la azotea me senté junto a la puerta y espere mientras pensaba en lo que había pasado.

• • • •

Mientras estoy sumida en mis pensamientos oigo pasos detrás de la puerta, ¿será él?, me pongo en pie lentamente, sin hacer ruido. Los pasos llegan a la puerta, y esta empieza a abrirse. Veo una silueta atravesando la puerta y me abalanzo sobre ella. Le clavo el cuchillo en el estomago, pero entonces noto algo extraño. El cuerpo no es de un chico. Me aparto y miro atentamente, cuando mi mente se aclara me doy cuenta de que no es el si no su prometida
-¡vaya! así que a ti también te ha traicionado
Cojo su bolso, rebusco dentro y encuentro su móvil, busco en la agenda y encuentro su número. Le escribo un mensaje “ya está arreglado, ven, quiere despedirse de ti”
Arrastro el cuerpo de ella para que no bloquee la puerta, aun está viva, pero débil, no puede moverse. Al rato aparece el, cuando la ve corre hacia ella y se arrodilla a su lado, me acerco a su espalda y le susurro al oído “adiós”. Gira la cabeza, puedo ver el miedo en sus ojos, le clavo el cuchillo con todas mis fuerzas. Lo saco. Retrocedo unos pasos. Suelto el cuchillo. Les miro. Me dan un poco de envidia, han muerto juntos. Me acerco a la valla, la escalo, cuando estoy al otro lado miro a mis pies. Solo unos pocos centímetros me separan del abismo de tres pisos que hay debajo. Doy un paso hacia delante. Caigo. Veo el suelo acercándose muy deprisa, y luego. . . NEGRO.

minicuento, escrito por la noche en un momento de vigilia xD

Desvelada en medio de la oscura noche se levanto dispuesta a llegar hasta el frigorífico y tomar un bocado de media noche. Mientras iba por el pasillo noto unos pasaos a su espalda, “bah, será el gato” pensó y continuo caminando una vez en la cocina abrió el frigorífico y cogió algo de comida, al llevárselo a la boca noto un cierto sabor metálico “bah, será el recipiente” volvió al pasillo y cuando casi estaba en la puerta de su habitación se encontró con dos ojos amarillos mirándola fijamente desafiantes, ella se acerco un poco mas y entonces aquellos luminosos ojos amarillentos se abalanzaron sobre ella, grito y salió corriendo, se encontró de nuevo ante el frigorífico vio que un liquido rojo salía de el. Retrocedió asustada se giro y vio una figura humana que avanzaba hacia ella dando tumbos, ella tropezó y cayó al suelo. Entonces la luz se encendió. Su madre la miro con una extraña mezcla de sueño y enfado, el gato se tumbo sobre sus piernas. Se giro y vio que había tirado el batido de fresa al cerrar el frigorífico. “nunca más te dejo ver películas de miedo antes de acostarte” le dijo su madre

Otro mas sin titulo. u.u no se me da bien buscar titulos. . .

Aquella aburrida clase la exasperaba. El profesor explicaba con voz monótona, los alumnos bostezaban y se recostaban en las mesas. Allí sentada, rodeada de gente que no le importaba lo más mínimo, ella miraba al frente, pero no atendía, miraba al infinito, imaginando historias fantásticas al otro lado de la pared. Historias de brujas, magos, dragones. . . y todas aquellas criaturas que tanto le agradaban.
De pronto algo goteó desde el techo, cayendo en la cabeza del profesor, manchando toda su cara, se llevo la mano a los ojos y se limpió. Miró al techo. Una gran gotera negra se extendía sobre él y goteaba lentamente aquellos espesos goterones. Aquello la sacó de su fantasía, las paredes comenzaron a a chorrear también aquel liquido y este empezó a cubrir el suelo. Escuchó los gritos de sus compañeros, se dio cuenta de que miraban al profesor y ella también lo miró. La carne de su cara había comenzado a disolverse, el hombre había caído al suelo y convulsionaba echando espuma por la boca mientras su cara se disolvía como si fuera efervescente. Alguien se levantó y fue a abrir la puerta, pero estaba bloqueada, entonces aquel líquido le cayó en el brazo, la carne se disolvía y caía dejando el hueso al descubierto.
Siguiendo una corazonada se subió a la mesa, cruzó las piernas y se quedó allí sin moverse, observando a sus compañeros. Algunos la imitaban otros intentaba abrir las ventanas, pero todas estaban bloqueadas. El suelo se cubrió por completo de aquel líquido negro, alcanzando los pies de seis personas, que comenzaron a gritar de dolor, dos de ellas cayeron al suelo, empapándose y su carne se disolvió mezclándose con el negro, las otras cuatro consiguieron encaramarse a las mesas y creyeron haberse librado de la muerte, pero sus pies habían comenzado a disolverse y el liquido se extendía cada vez más por sus piernas. Uno de ellos intento limpiarse el líquido con la mano, logrando únicamente que esta empezara a disolverse también. Poco a poco el líquido negro se fue comiendo toda su carne, ante la mirada horrorizada de sus compañeros, dejando únicamente los huesos blancos y limpios. Cuatro esqueletos quedaron en las mesas y otros cuatro en el suelo, medio hundidos en el oscuro líquido, uno de ellos aun aferraba el pomo de la puerta, que seguía sin abrirse.
El techo seguía goteando y cayeron negras gotas de muerte sobre tres personas más, a uno de ellos, que miraba hacia abajo le golpeó en la nuca, poco a poco su cara fue separada de su cráneo, resbaló y quedó flotando sobre el líquido por un instante. Al segundo le golpeó en la cara, tirándole de la mesa y se hundió lentamente en el líquido. El tercero no tuvo tanta suerte, la gota le rozó apenas el codo, provocándole unja muerte lenta y dolorosa. Se dieron cuenta de que el nivel del líquido aumentaba. Algunos empezaron a ponerse nerviosos, temblaban en sus mesas o intentaban saltar a otras más alejadas de las paredes ya que estaban cubiertas por una espesa cortina de espesa negrura que caía constantemente. Dos personas saltaron a la misma mesa y al chocar cayeron volcando algunas mesas de alrededor, en las que se hallaban tres personas, los cinco se hundieron dejando manchas de color carne, mezcladas con el rojo de la sangre, que fueron desapareciendo lentamente. Una chica, acurrucada en una mesa, miraba con ojos llorosos a un chico que se encontraba en una mesa algo alejada y el la miraba a ella, el se levantó y saló de mesa en mesa hasta llegar a la que se encontraba junto a ella, la chica se acurrucó aun mas haciéndose pequeña para dejarle sitio. El saltó. Quedo un momento de pie sobre la mesa intentando recuperar el equilibrio, pero no lo consiguió, y comenzó a caer hacia atrás, casi a cámara lenta, ella alargó la mano intentando sujetarlo, pero no tenía fuerza suficiente y ambos cayeron.
De repente un ruido les sobresaltó, el manillar de la puerta se había movido, la mano del esqueleto lo bajaba cada vez más y entonces la puerta se abrió. Pero aquello no mejoró las cosas, si no que las empeoró, ya que lo que había al otro lado de la puerta no era sino un negro mar del espeso liquido, que entró de golpe en la clase como un tsunami, cinco personas que estaban cerca de la puerta fueron engullidas por la ola y a otras tres les salpicó al chocar contra la pared. Solo quedaban dos personas más a parte de ella. Una de ellas gritó de pronto, le miraron, el miraba al techo horrorizado, una gota había comenzado a formarse sobre su cabeza, se levantó dispuesto a saltar a la mesa más cercana, pero la única que había estaba ocupada por su compañero que negaba con la cabeza mientras le decía que no lo hiciera, la gota cada vez era más grande y estaba a punto de caer. Saltó y de alguna manera se mantuvo sobre la mesa sin perder el equilibrio ni tirar a su compañero, pero de pronto volvió a gritar, se miro el pie y se dio cuenta de que la gota le había rozado al caer. Le falló la pierna y cayó hacia atrás, intentó agarrarse a su compañero pero este se aparto todo lo que pudo dejándole caer. El nivel del líquido casi había alcanzado las mesas. El chico se quedó un momento pensativo y luego se le iluminó la cara, intentó sacar del líquido una silla y esta salió limpia y sin restos del mortal fluido, la coloco en la mesa y se subió encima, de pie, pero no calculó bien y su cabeza se introdujo entera en una gota que se había estado formando y que él no había tenido en cuenta, quedó un momento allí, inmóvil, y luego el cuerpo, con el cráneo completamente limpio, se desplomó cayendo y hundiéndose.
Solo quedaba ella. Se levantó. Observó alrededor y después saltó, tirándose de cabeza hacia aquel negro océano de muerte. Notaba como su carne era mordida por millones de microscópicos dientecillos. Abrió los ojos y vio un mundo perfecto, de praderas verdes y aire limpio, justo antes de que sus ojos fueran devorados, pero aun cuando todo estaba a oscuras seguía escuchando el canto de los pájaros y el suave movimiento de las hojas y olfateó el dulce aroma de la hierba y las flores, y luego. . .
Nada.

Queria gritar

Es un minicuento, intente hacer una version mas extendida pero aun estoy a medias, quiza algun dia la suba aqui^^

Quería gritar, pero sabía que su voz no le llegaría a nadie, nunca lo hacía, por mucho que se esforzara, por mucho que alzara la voz sus palabras no eran atendidas por nadie. Por eso, a pesar de encontrarse en aquella situación, no gritó. Pero entonces recordó que si había algunas personas que le escuchaban y le apreciaban, podían contarse con los dedos de una mano, pero eran más que suficientes, cabía la posibilidad de que alguno escuchara su llamada de socorro y acudieran a ayudarle. Gritó. Luego escuchó pasos, aquellas personas que tanto le importaban se acercaban a él, sin embargo no le ayudaban, guardaban las distancias hasta que uno de ellos se acerco, se agacho frente a él y susurro “adiós” mientras separaba uno a uno sus dedos de la roca que impedía que cayera al vacio podía haberse sujetado de nuevo, pero la traición le había dejado paralizado y cayó, a lo más profundo de la oscuridad, poco a poco las rocas y los salientes del precipicio fueron engullidos por la oscuridad, pero él seguía cayendo hacia aquella infinita oscuridad que le acariciaba, le rodeaba, le engullía. . .
Entonces se despertó, empapado de sudor. La oscuridad de la habitación le ponía nervioso asique encendió la lámpara de su mesilla “solo ha sido un sueño” pensó aliviado, pero entonces se miró las manos y vio que estaban magulladas y llenas de tierra.

martes, 7 de febrero de 2012

Otro cuentecillo sangriento (no tiene titulo)

Los pájaros surcaban el cielo, algunos en bandadas, otros solitarios. Los grandes árboles arrojaban sus largas sombras sobre el césped y se reflejaban en el agua cristalina del gran lago que había entre ellos.
Ella se acerco a la orilla y observo su reflejo, su largo pelo negro sus grandes ojos verdes, sus rasgos afilados, su ropa manchada, toda ella se reflejaba en el agua como si esta fuera una gran espejo. Se agachó y cogió la piedra mas cercan, la arrojó al lago. Se hundió formando pequeñas ondas en la superficie y deformando su reflejo. Nunca le había desagradado su aspecto, pero en aquel momento daría lo que fuera por cambiarlo, o mejor aún, por desaparecer. Lo que había hecho no tenia nombre, era imperdonable y ella lo sabía. Se dio la vuelta y observo atentamente el palacete que se alzaba tras ella en busca, quizás, de algún fugaz movimiento que le indicara que aquello había sido solo un mal sueño, pero todas las ventanas estaban cerradas y las cortinas echadas, como ella las había dejado.
Un recuerdo acudió a su mente. En el centro del comedor había una gran mesa cubierta por platos llenos a rebosar de comidas suculenta, tres personas, un hombre una mujer y una pequeña niña de cabellos rubios, estaban sentados alrededor y comían mientras charlaban alegremente, ella los observaba desde la puerta, una mueca extraña se dibujaba en su rostro, ellos no se habían percatado de su presencia aun. La niña alzó la cabeza y la miró, pero ella le hizo una seña para que callara y no delatara su presencia, avanzo lenta y sigilosamente hasta quedar detrás de la mujer, aquella despreciable persona que la obligaba a llamarla “madre”, con un veloz movimiento le sujeto la cabeza con una mano y le rebanó el cuello con el cuchillo que llevaba en la otra, la sangre comenzó a brotar y empapó el carísimo vestido de la mujer. La niña la miraba con horror, había quedado paralizada por el miedo. Alzo el cuchillo, lleno de sangre, y lo lanzó acertando entre los ojos de la pequeña, su cuerpo sin vida resbaló de la silla y cayó pesadamente al suelo. Rodeó la mesa hasta llegar al pequeño cadáver y recuperó el cuchillo. Entonces se giró, hacia su principal objetivo, se había levantado y retrocedía intentando escapar por la misma puerta por la que ella había entrado, pero ella volvió a lanzar el cuchillo, con aquella endemoniada puntería que la caracterizaba, y se lo clavó en la pierna, provocando que cayera al suelo gritando de dolor.
-¿Por qué haces esto?-le preguntó- ¡somos tu familia!
-¡Esa zorra y su hija no tienen nada que ver conmigo!- Le gritó furiosa-no debiste casarte otra vez después de que muriera mamá
-¿Por qué no entiendes que he pasado página? quise muchísimo a tu madre, pero después de que muriera Elizabeth y yo nos enamoramos
-¡Ella no te quería a ti imbécil! Ella solo quería tu dinero. Además te dejo tan ciego con sus encantos que ni siquiera veías lo mal que me trataba
Mientras discutían ella se había ido acercando a su padre y tras decir las últimas palabras le arrancó el cuchillo del muslo y se lo clavó en el estomago, un hilo de sangre salió de su boca, intentó arrastrarse hacia la salida en un último intento desesperado por escapar, pero el cuchillo iba atravesando todas las partes de su cuerpo mientras ella reía con una mueca macabra en el rostro.
El recuerdo de aquella risa le retumbaba en la cabeza. Se tapo los oídos pero fue inútil ya que el sonido provenía del interior de su cabeza. Una arcada acudió a su garganta, le fallaron las rodillas y cayó al suelo. De rodillas y con las manos apoyadas en la hierba vomitó, el agua rozaba las puntas de sus dedos, el viento le revolvía el cabello, y poco a poco fue tranquilizándose. Se miró en el agua, su rostro tenía un aspecto algo fantasmagórico, unas marcadas ojeras le rodeaban los ojos y por sus pálidas mejillas las lágrimas caían sin poder ser contenidas.
-¡Lo siento!- murmuró, no sabía por qué había hecho aquello
Un fugaz destello rojo cruzo su mirada un instante en el agua, se acercó para mirar con mas atención y entonces le pareció ver tres sombras que ascendían desde el fondo entrecerró los ojos para ver mejor y descubrió con horror que eran su padre su madrastra y su pequeña hermanastra los que se acercaban ella a toda velocidad. Tres manos diferentes salieron del agua y se aferraron a su pelo, arrastrándola irremediablemente hacia el agua. Cayó, y notó uñas que desgarraban su carne, vio pasar frente a ella la cara de su padre, inundada de tremenda tristeza y compasión; la de su hermana, por cuyas mejillas corrían grandes lagrimones y la sangre escapaba por la profunda brecha de su frente; y por último se acercó a ella el rostro cargado de infinito desprecio de su madrastra, con el cuello ensangrentado. Su sangre se esparcía y teñía de rojo el agua, uno a uno fueron arrancando sus piernas y sus brazos, manos pequeñas y otras más grandes se introducían en su interior y le arrancaban los órganos dejándola vacía y muerta en el fondo de aquel profundo lago

Beatriz

Todos pensaban que Beatriz era simplemente una chica algo excéntrica y asocial, ya que nunca hablaba con nadie en las clases y siempre parecía inmersa en su propio mundo, en el interior de su cabeza.
Algunas de las chicas de la clase se metían con ella, pero por mucho que ellas la insultaran o le tiraran cosas, Beatriz jamás se defendía ni les contestaba, se limitaba a mirarlas con una expresión que parecía de compasión pero que rayaba el aburrimiento. Así fue durante los dos cursos que Beatriz estuvo en aquel instituto y así seguía en el nuevo curso, pero a Beatriz no parecía importarle, ella simplemente iba por las mañanas al instituto y volvía por las tardes a su casa, pero nadie sabía donde vivía, ni que hacía en su tiempo libre, ni siquiera si tenía amigos.
Un día como otro cualquiera tras salir del instituto iba caminando mientras oía las voces y las risas de sus compañeras tras de sí, ella estaba enfrascada en sus pensamientos y apenas les prestaba atención, pero de pronto se escucho un el frenazo de un coche, seguido de un golpe seco y gritos, Beatriz se dio la vuelta a tiempo para ver la horrorizada cara del conductor mientras huía, se había formado un corro de gente que susurraba alrededor de la víctima, se abrió paso entre la gente, que poco a poco se iba dispersando. Una de la chicas de su clase yacía en el suelo, en medio de un charco de sangre las piernas se doblaban en ángulos extraños y ella gritaba de dolor agonizando. Le dio tiempo a ver también a dos de sus amigas escabullirse entre la multitud y salir corriendo. Se acercó a la muchacha y le puso una mano en la frente, ella la miró, aquel contacto había aliviado un poco de su dolor, Beatriz se la cargo a la espalda y empezó a caminar alejándose de la gente, que seguía murmurando.
Caminó sin descanso hasta que dejaron atrás aquel lugar y llegaron a un solitario parque, una vez allí Beatriz se detuvo frente a un banco y depositó suavemente a la muchacha.
-gracias- murmuro la chica un poco avergonzada por todo lo que le habían hecho, su dolor había cesado casi por completo
-no, ¡gracias a ti!- exclamo Beatriz con una extraña sonrisa en los labios- hoy comeré en condiciones
La joven pudo captar el odio en su mirada, pero también satisfacción en lo más profundo de aquellos ojos negros como la noche sin luna. Si cara casi se desfiguraba por su maléfica sonrisa llena de dientes puntiagudos. Quiso correr, pero sus piernas estaban rotas; quiso gritar, pero el horror la había dejado muda. Volvió a mirar los profundos ojos de Beatriz y sintió que caía en su profundo abismo de muerte. Sin avisar Beatriz se abalanzó hacia ella abriendo la boca y clavó sus afilados dietes en el cuello de la joven sumiéndola en el más oscuro silencio, en la más profunda oscuridad.

Introduccion

He creado este blog porque me gusta escribir, me encanta escribir, y porque quiero que lo leáis (aunque no sean precisamente best sellers xD)
espero vuestras criticas(constructivas) y espero que os guste

gracias a todos de antemano^^