Dio una calada al cigarro que tenía entre los labios. Mil y una cosas pasaban por su mente en aquel momento, todo su cuerpo estaba alerta, en tensión y solo el humo entrando es sus pulmones, solo aquel pequeño acto de autodestrucción, podía calmarla.
Es curioso como algo que puede llegar a matar provoca en ciertas personas la calma.
ResponderEliminarUn beso,
Abel Jara Romero