Una
desagradable risotada salió de la garganta del viejo, pero se detuvo en seco cuando
aparecieron Neku y sus amigos arremetiendo contra los diez hombres, pronto el
parque fue un campo de batalla, los diez hombres luchaban contra nosotros, Neku
y sus dos compañeros. Ellos nos superaban en número, pero, a diferencia de lo
que pareciera, Neku sabia defenderse, repartía puñetazos aquí y allá; sabía dónde golpear exactamente para dejarles
sin aliento por largos segundos, que le daban tiempo de sobra para volver a
arremeter. Sus amigos tampoco eran novatos. Jack y yo apenas tuvimos que hacer
nada. De pronto me di cuenta de que uno de ellos sacaba una pistola de la
chaqueta y apuntaba a Neku por la espalda; me abalancé sobre él y le tiré al
suelo; se escuchó un disparo, un grito, y el sonido de un peso muerto caer al
suelo. Todos alzamos la cabeza, buscando la víctima, vimos caer el pesado
cuerpo del padre de Jack, la expresión congelada en el rostro, los ojos
abiertos como platos, las pupilas dilatadas, un hilo de sangre brotó de su
boca, una mancha roja comenzó a extenderse por su camisa y poco a poco la vida
fue escapando de su cuerpo, su mirada se apagó y, tras convulsionar, quedó
completamente inmóvil. Los hombres que aun quedaban en pie miraron el cadáver
horrorizados y luego salieron corriendo, ninguno de nosotros hizo el menor
esfuerzo por seguirles.
—Vámonos—
dijo Jack.
—
¿Estás bien?—le preguntó Neku. —al fin y al cabo era tu padre.
—Estoy
bien, se lo tenía más que merecido.
Me
acerqué a él y le abracé fuertemente, el correspondió a mi abrazo y ambos nos
fundimos en unos solo por unos instantes. Cuando nos separamos él se agachó y
recogió lo que antes había sido su violín, que ahora estaba pisoteado y
destrozado. Lo miró nostálgicamente y repitió: “vámonos”
Mientras
nos alejábamos oímos sirenas de policía
que se acercaban así que apretamos el
paso en dirección a Mandarake para cambiarnos y despejar la mente de lo que acababa
de pesar aunque Jack decía que estaba bien a mi no me lo parecía después de
todo acababa de ver como su padre moría delante de él. Llevábamos un rato en
Mandarake cuando Neku se levanto y dijo:
—Vamos
a comprar algo de comer, quedaos vosotros aquí— dirigiéndose a mí y a Jack.
Acto
seguido todos salieron de la tienda, cuando salía me pareció observar como Neku
me giñaba un ojo. La puerta se cerró y entonces me di cuenta de que estábamos a
solas. Me acerqué a Jack y me quedé un momento observándole, parecía perdido en
sus pensamientos.
—
¿Seguro que estás bien? No tienes que
avergonzarte de nada, no hiciste nada malo.
—Yo…
no lo entiendo— tenía la cabeza baja y el flequillo le tapaba los ojos— ¿Por
qué me siento tan mal? El siempre me ha hecho la vida imposible— se estremeció.
—pero,
Jack, el era tu padre y eso no puedes evitarlo.
—y
sin embargo… él nunca me vio como a un hijo, si no como a un posible sucesor y
más tarde como a una simple molestia.
Era
evidente que estaba llorando, intentaba sofocar sus sollozos pero no podía
evitar algunos. Me acerqué más a él y le rodeé con mis brazos. Se derrumbó
sobre mi hombro, lloró durante unos minutos.
—Lo
siento— me dijo cuando se calmó
—Tranquilo,
es normal
—Pero…no
quiero cargarte con esto
—Si
repartimos nuestras cargas será más fácil para ambos, si te veo sufrir y no
hago nada me moriría por dentro— me miró, sus hermosos ojos estaban inundados
en lagrimas
—
¿Te quedaras a mi lado?
—Por
supuesto
—si
estás conmigo creo que seré capaz de superarlo todo, nada será imposible si
estamos juntos
—Jack,
—le miré directamente a los ojos— te quiero.
Nos
acercamos más y lentamente nuestros labios se unieron. Fue un beso dulce y
cálido, pero también salado, debido a sus lágrimas. Nos fundimos en uno solo, ninguno
de los dos queríamos que el beso acabase. De pronto oímos vítores que provenían
de la puerta, eran Neku y los demás que habían vuelto. Me sonrojé.
En
ese momento sentí que solo con tenerle a mi lado sería la mujer más feliz del
universo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario