—Espera,
espera… no te apresures—Dijo bajo su sombrero de copa—cuanto más rápido vayas
más tarde llegaras
Mientras
él decía esto ella corría intentando ignorarle, pero el caminaba a su lado
lentamente, casi como flotando, ocultaba gran parte de su rostro bajo el
sombrero y solo dejaba a la vista una gran sonrisa de afilados dientes. Ella,
con sus verdes ojos fijos al frente, intentaba correr lo más rápido posible,
pero aun así parecía que su destino estuviese cada vez más lejos.
Su pelo,
antes oscuro, empezaba a clarear, las canas se extendían a gran velocidad y en
su piel comenzaban a salir arrugas… mas ella no se detuvo.
—Vamos
niña, no corras— le dijo con voz burlona— ¿No ves que deberías disfrutar del
bello paisaje, de las risas de los niños mientras juegan, de las jóvenes parejas?
¿No ves acaso que cuanto antes llegues antes habrás dejado atrás lo que una vez
te importó?
Sus ojos,
que se habían ido apagando, empezaron a humedecerse pero ella sacudió la cabeza
sin cesar en su carrera, sentía que sus fuerzas la abandonaban poco a poco. Al fin
no pudo mas, dejó de correr, cayó al suelo y quedó tendida en él. En un último
esfuerzo alzó la vista y un brillo de triunfo inundó su mirada.
— ¿Ves?
He llegado
Su afilada
sonrisa se extendió aun más.
— ¿de
veras crees que es aquí a donde pretendías llegar?
Ella
miró alrededor y se dio cuenta de que todo allí era tenebroso, estaba sola en
aquel paraje muerto… El brillo de
triunfo desapareció tan rápido como había llegado, llevándose consigo su vida. Mientras
él, con su sombrero de copa y su sonrisa de oreja a oreja, arrancaba de su
pecho el corazón y lo mordisqueaba con sus afilados dientes. Rió satisfecho.
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