jueves, 3 de enero de 2013

El Violinista 3ª parte


— ¡Chico! Cuanto tiempo— exclamó Neku al ver a Jack — hace mucho que no vienes por aquí, ¡me tienes abandonado! —se giró hacia el dependiente, le indicó que se ocupara de la tienda y nos guió a nosotros hacia la trastienda.
—Lo siento, lo siento— dijo Jack riendo— vendré más a menudo. Pero lo de hoy es importante— se puso serio de repente— Necesitamos tu ayuda.
— ¿Quién es tu amiga? —se acercó a mí.
—Ella es Victoria, me ha salvado la vida.
— ¿Tu vida? ¿En qué te has metido ahora?
—Parece que alguien me quiere para que mi padre les page un rescate. Necesito que nos ocultes
— ¡Con eso no solucionaremos nada! ¿Pretendes esconderte toda tu vida?
—Pero… ¿qué podemos hacer?
—Podrías llamar a tu padre, — Jack le echó una extraña mirada—pero sé que no lo harás así que habrá que encargarse de ellos
— ¿pero cómo?
—Yo tengo una idea— dije tímidamente, ambos me miraron— podríamos tenderles una trampa. Pero es peligroso, sobre todo para ti, Jack, sería usarte de cebo prácticamente. Tenemos que estar seguros de que podemos con ellos.
— ¡Podemos! — aseguró Neku.
—La idea sería atraerles con su música, pero sin que sea demasiado obvio, y una vez que crean que le tienen, atacar nosotros.
— ¿Y dónde puedo tocar? —Jack se quedó pensativo
—Yo había pensado—dije ruborizándome un poco— en una…cita
— ¡Pero así te pondrías tu también en peligro!
—No voy a dejarte solo, además yo sé defenderme.
—Yo lo veo bien. —dijo Neku riendo— Ella es la que se ofrece no la estamos obligando a nada.
Al final Jack accedió a regañadientes, decidimos que al día siguiente iríamos a uno de los parques más transitados de la ciudad y pondríamos en marcha nuestro plan. Cuando llegamos allí Jack y yo nos sentamos en el césped, Neku  unos amigos suyos se escondieron, haciéndose pasar por transeúntes Jack tocó algunas piezas para mí.
— ¿Crees que vendrán? —le pregunté
—No lo sé…
— ¿Puedo… preguntarte una cosa?
—Adelante
— ¿Qué problema tienes con tu padre?
—Suponía que me preguntarías eso— me dijo con una nostálgica sonrisa— desde que era pequeño, siempre me ha gustado tocar el violín. Como mi padre siempre ha tenido dinero, me apuntó a clases con los mejores profesores, sus planes para mí eran que yo heredara su empresa; él quería que el violín fuera un simple entretenimiento para mí, pero se convirtió en mi vida. Cuando él se dio cuenta, me alejó de mis profesores, me prohibió tocar el violín, incluso pagó a todas las academias que estaban a mi alcance para que no me aceptaran. Pero todo esto no me detuvo, con mis ahorros me compré el mejor violín que me pude permitir, salía a escondidas a tocar al parque o por la calle, pero mi padre me descubrió y me dio a elegir entre dos opciones, o me quedaba bajo su techo, con su dinero y su protección, o me iba con mi violín a la calle. Creo que está claro cual escogí— dijo alzando un poco el violín que tenía apoyado en  su regazo — En parte se lo agradezco, porque gracias a eso terminé trabajando en la estación y allí te conocí a ti.
Su historia me conmovió. Ambos nos quedamos en silencio durante un rato; el comenzó a tocar una triste y nostálgica melodía. Por la carretera pasó un coche negro, unos metros más adelante se detuvo en seco. La puerta delantera se abrió y salió un señor con un elegante traje, abrió la puerta trasera y salió otro hombre, de unos cuarenta o cincuenta años, fumando un gran puro. La melodía de Jack se detuvo en seco, el hombre se encaminó hacia nosotros, su vista pasaba de Jack al violín, luego a mí y luego volvía otra vez a Jack, parecía incrédulo. Le dijo algo a su chofer y este volvió al coche.
— ¿Qué haces aquí, padre? —dijo Jack cuando el hombre estuvo lo suficientemente cerca.
—Pasaba por aquí y te he visto desde el coche.
—Estás perdiendo capacidades, cualquiera olería esa mentira a kilómetros de distancia.
—Está bien, he venido para darte una última oportunidad de volver conmigo.
— ¿En serio? ¿Y qué me ofreces? ¿Esa empresa tuya? Ya sabes que no me interesa
— ¿Sigues pensando que es mejor tu música? ¿Prefieres vivir en la calle, como un pobre, a poseer un imperio? Veo que sigues siendo estúpido— impregnó esta última palabra de un infinito desprecio, entonces me miró— y además has encontrado una ramera, ¡qué bonito!
— ¡No te atrevas a decir eso de ella!
Jack se enfureció y se levantó, dejando el violín a un lado. Conseguí sujetarle a duras penas para que no se lanzara hacia su padre, pero, entonces, de pronto, unos hombres vestidos de negro salieron de algún sitio y aprisionaron a Jack, también me cogieron a mí y me inmovilizaron contra el suelo.
— ¿Pensabas que podrías tocarme, renacuajo?
— ¡Eras tú desde el principio! —Jack no podía creerlo.

1 comentario:

  1. Hola cielo, me pasaba por aquí para darte las gracias por haberte hecho seguidora de la novela "Tiempo de soñar" Un abrazo muy fuerte, y de nuevo gracias.
    P.D.Ahora también puedes seguirme en Twitter @tiempodesonar.
    Un abrazo =)

    ResponderEliminar