martes, 15 de octubre de 2013

Vértigo

Recostada en la arena, con la vista perdida en las estrellas, dejaba que sus oídos se inundasen del hermoso sonido del mar. El ir y venir de las olas la relajaba, podía escuchar también las risas y los chapoteos de sus amigos, que jugaban en el agua. Cerró los ojos y se dejó mecer por la suave brisa. Sintió como, poco a poco, dejaba atrás su cuerpo y se alzaba en la noche, con una nueva forma mucho más libre. Surcó el cielo, observó a sus amigos haciéndose aguadillas y corriendo alegremente, también vio a la gente que paseaba, las luces de los edificios y las farolas que cada vez se iban haciendo más pequeñas, ya apenas podía ver su propio cuerpo tirado en la arena. Y, de pronto, tuvo vértigo. La magia desapareció y ella empezó a sentirse más pesada, era como si su cuerpo la poseyera una vez más. Comenzó a caer. Primero lentamente, pero luego mas y mas rápido, y el suelo se fue acercando a ella cada vez mas. Estaba tan cerca que ella cerró los ojos deseando que aquello no fuera real, esperando que todo fuese un sueño.


Un fuerte golpe resonó por toda la playa. Los adolescentes desearon sus juegos y volvieron la vista hacia el foco de aquel ruido, el mismo lugar donde se encontraba su amiga, y corrieron hacia allá. Lo que vieron les horrorizó. Donde había estado antes ella, ahora solo había un enorme cráter, casi habrían podido jurar que en el fondo quedaba la sombra de una forma humana, pero no había rastro de ella. Jamás se encontró el cuerpo de la joven, se había esfumado. Como la espuma del mar.

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